Historias breves del Jiloca es una novela que contiene once narraciones cortas. Los espíritus que moraron por las riberas del humilde riachuelo presentan como fueron sus vidas, sus circunstancias y los acontecimientos históricos ocurridos en estas tierras, a un simpático grupo de niños de la monumental villa de Daroca. Imita el autor la idea de Kipling en Puck cambiando la campiña de Sussex por las ásperas tierras aragonesas y el duende del sueño de una noche de verano por los espíritus que vagan por la comarca. 

A continuación, pasa a conocer un poco más de Breves Historias del Jiloca a través de alguno de sus textos y dibujos:

Canción del proscrito:

Siempre alerta en su refugio,

es la suerte del proscrito su infortunio.

En la espesura del monte, escondido,

del castigo del injusto Rey, ha huido.

Compañero del corzo y de la loba,

envidia el calor y el aroma,

del cálido hogar, que tanto añora.

Descripción de Lamberto en el episodio La Peña del Refresco:
«Al llegar allí, la pandilla pudo comprobar que no estaban solos. Un mancebo con singular atuendo permanecía sentado sobre un poyo. Parecía absorto en la contemplación del paisaje. Su figura se asemejaba a una vieja estampa de finales del siglo XVII. Vestía una raída levita, pantalones de paño y calzaba borceguíes con polainas. Sobre la levita portaba una tosca pelliza confeccionada con pieles de conejo y zorro. Estaba armado con una espingarda de chispa de las que se cargaban por la boca. Al cinto portaba cartucheras de cuero, un cuerno que cabía suponer lleno de pólvora y un buen cuchillo de monte».

Saludo al Sol de la legión Macedónica:

¡Te saludamos!,¡Oh! Poderoso amigo,

Cuando al alba tus rayos, aún esquivos,

Refulgen sobre nuestros bruñidos escudos,

Avanzaremos mostrando los hierros desnudos,

Sin que nadie detenga nuestros pasos altivos,

¡Que nuestra ira venza al receloso enemigo!

Julio Mansueto describe la batalla de Cremona:

«En el discurrir de la batalla hubo un momento en que la VII pareció retirarse al haber perdido su distintivo, aunque lo recuperaron poco después. Con el alba, los legionarios de Marco Aurelio comenzaron a avanzar de nuevo. Fue en ese momento cuando parte de la Macedónica saludó al modo que usan los sirios la salida del Sol e interpretando los nuestros aquel saludo como que el enemigo recibía refuerzos; se atemorizaron y comenzaron en desbandada a abandonar el campo»

Mandato del Rey Pajarillo:

Mozos de Trasmoz, obedecedme, pues hoy, soy el primero.

Vuestro Rey os manda que entréis en el convento,

Le plazca o no le plazca, tomad del abad un carnero,

Talad de su dehesa un tiemblo seco, mecido por el viento,

Con su vieja madera, asad al macho caprino,

Y comámoslo con gana, bebiendo muy buen vino.

El Cicerone de Trasmoz explica a los niños como eran las «brujas»:

« Por desgracia para las brujas, había algunos que creían en la existencia de esos poderes y que eran utilizados contra ellos, tomando venganza de supuestos males y ofensas. Eso es lo que le pasó a la tía Casca, a la que han dedicado la estatua que habréis visto en las rampas de subida al castillo. La despeñaron hará cosa de un siglo por los hechizos que lanzaba sobre las gentes del lugar. Nadie pagó por ello y se dice que las últimas palabras de la mujer fueron para maldecir a todos los hombres del pueblo».

Canción de Marina

Por San Roque llega mi amado,

Flamante y laureado militar.

Para recibir al que tanto he de amar.

Del arcón, la mejor saya he sacado,

He de vestirla para el que me pertenece.

Me arreglo, me acicalo, ¡bien lo merece!

Comunicado de Santiago Yus a Lobera:

«Mi capitán: Se ha cumplido con éxito la misión de Acered y Abanto. Las pobres gentes han dado lo que han podido y algunos mozos se han presentado voluntarios para servir a la Patria. Mando Con Perico —el cabo— la requisa hecha en estos dos pueblos y yo parto ahora mismo para Atea donde extremaré la precaución al ser un terreno mucho más favorable para la caballería enemiga. Es posible que precisemos algún día más, pero estoy seguro de conseguir nuestro objetivo. Quedo a sus órdenes. Suyo afectísimo. Santiago Yus» 

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